Este es Stephen Law. |
Hola a todos.
Hoy voy a introducir el desafío del Dios maligno, de Stephen Law.
Es algo así:
Considerar un Dios omnipotente, omnisciente y todo-amor.
Considerar luego un Dios omnipotente, omnisciente, y todo-odio.
Después de todo, los argumentos cosmológicos y teleológicos no nos dicen nada sobre el estátus moral del Dios que intentan probar.
Ahora bien, ¿Se puede eliminar la tesis del segundo? Uno dirá, ¡desde luego!, ya que observamos mucho bien en el mundo como para que un Dios omnisciente y omnipotente,pero cruel y malvado sea quien está a cargo de este universo.
Uno podría decir entonces que el “argumento del bien” refuta al dios malo. Pero entonces ¿no se puede eliminar al dios bueno, con el “argumento del mal” (es decir, que hay demasiado mal en el mundo para que exista un Dios bueno)? El teísta podrá decir que el Dios bueno permite el libre albedrío para que hagamos cosas buenas porque realmente queremos, de modo que no seamos marionetas o autómatas, y que realmente hagamos el bien, por decisión propia. Pero el antiteísta (aquí se usa ‘antiteísta’ no como alguien quien está en contra de la religión por razones sociales, sino como alguien que cree en el dios maligno) podrá decir “el dios maligno nos da libertad para que realmente hagamos el mal; él no quiere que seamos marionetas o autómatas, sino que hagamos el mal por decisión propia”. El teísta puede decir entonces “los males del mundo los puso Dios para que nos hagamos más fuertes como personas, y espiritualmente”. Pero el antiteísta podrá decir “el Dios maligno nos hace el bien por que quiere que el mal que hace sea más malo aún de lo que es per se, ya que si hay un poco de bien, el mal contrasta aún más y es más malo”. El teísta podría decir entonces, “Dios nos hace el mal para que haya más bien (por ejemplo, lo que ocurre con la caridad, que es buena, pero que requiere que haya sufrimiento en el primer lugar)”. El antiteísta podría decir entonces “Dios malo pone un poco de bien en el mundo para que luego haya mal, como ocurre con los celos: para que haya celos -que son algo malo- tiene que haber cosas buenas en la persona de la cual uno está celoso”.
En resumen, casi todos los argumentos teístas se pueden revertir, resultando en argumentos antiteístas. No hay razones para preferir un tipo de Dios que otro, ¿o las hay?
Veamos el argumento de los milagros. Los milagros de los que se tienen registro suelen ser buenos (como por ejemplo curar de la lepra o de la ceguera). Eso, ¿no sería acaso un buen argumento en contra del Dios malo, y a favor del bueno? No: el Dios malo podría engañarnos para que creamos que él es bueno, y así maximizar el mal.
Uno podría decir “un mundo creado por un dios todopoderoso, todo-saber y todo-odio estaría plagado de sufrimiento, pero como no vemos eso, eso quiere decir que el dios malo no es el caso (es decir, no existe)”. Pero el antiteísta podrá decir “un mundo creado por un dios todopoderoso, todo-saber, y todo-amor estaría plagado de alegría”. Cualquier excusa se podrá revertir.
Ahora veamos algo más interesante: el argumento moral. Tal argumento tiene la siguiente estructura: 1) Si Dios no existe, no hay valores morales objetivos. 2) Hay valores morales objetivos. 3) Por lo tanto, Dios existe. Pero esto no te dice nada: el Dios en cuestión podría ser malo, y su esencia dictaría qué es el mal, y por lo tanto qué es el bien (que se definiría como lo contrario al mal).
A ver, ¿se pueden revertir más argumentos? Acá van tres ejemplos más:
Hoy voy a introducir el desafío del Dios maligno, de Stephen Law.
Es algo así:
Considerar un Dios omnipotente, omnisciente y todo-amor.
Considerar luego un Dios omnipotente, omnisciente, y todo-odio.
Después de todo, los argumentos cosmológicos y teleológicos no nos dicen nada sobre el estátus moral del Dios que intentan probar.
Ahora bien, ¿Se puede eliminar la tesis del segundo? Uno dirá, ¡desde luego!, ya que observamos mucho bien en el mundo como para que un Dios omnisciente y omnipotente,pero cruel y malvado sea quien está a cargo de este universo.
Uno podría decir entonces que el “argumento del bien” refuta al dios malo. Pero entonces ¿no se puede eliminar al dios bueno, con el “argumento del mal” (es decir, que hay demasiado mal en el mundo para que exista un Dios bueno)? El teísta podrá decir que el Dios bueno permite el libre albedrío para que hagamos cosas buenas porque realmente queremos, de modo que no seamos marionetas o autómatas, y que realmente hagamos el bien, por decisión propia. Pero el antiteísta (aquí se usa ‘antiteísta’ no como alguien quien está en contra de la religión por razones sociales, sino como alguien que cree en el dios maligno) podrá decir “el dios maligno nos da libertad para que realmente hagamos el mal; él no quiere que seamos marionetas o autómatas, sino que hagamos el mal por decisión propia”. El teísta puede decir entonces “los males del mundo los puso Dios para que nos hagamos más fuertes como personas, y espiritualmente”. Pero el antiteísta podrá decir “el Dios maligno nos hace el bien por que quiere que el mal que hace sea más malo aún de lo que es per se, ya que si hay un poco de bien, el mal contrasta aún más y es más malo”. El teísta podría decir entonces, “Dios nos hace el mal para que haya más bien (por ejemplo, lo que ocurre con la caridad, que es buena, pero que requiere que haya sufrimiento en el primer lugar)”. El antiteísta podría decir entonces “Dios malo pone un poco de bien en el mundo para que luego haya mal, como ocurre con los celos: para que haya celos -que son algo malo- tiene que haber cosas buenas en la persona de la cual uno está celoso”.
En resumen, casi todos los argumentos teístas se pueden revertir, resultando en argumentos antiteístas. No hay razones para preferir un tipo de Dios que otro, ¿o las hay?
Veamos el argumento de los milagros. Los milagros de los que se tienen registro suelen ser buenos (como por ejemplo curar de la lepra o de la ceguera). Eso, ¿no sería acaso un buen argumento en contra del Dios malo, y a favor del bueno? No: el Dios malo podría engañarnos para que creamos que él es bueno, y así maximizar el mal.
Uno podría decir “un mundo creado por un dios todopoderoso, todo-saber y todo-odio estaría plagado de sufrimiento, pero como no vemos eso, eso quiere decir que el dios malo no es el caso (es decir, no existe)”. Pero el antiteísta podrá decir “un mundo creado por un dios todopoderoso, todo-saber, y todo-amor estaría plagado de alegría”. Cualquier excusa se podrá revertir.
Ahora veamos algo más interesante: el argumento moral. Tal argumento tiene la siguiente estructura: 1) Si Dios no existe, no hay valores morales objetivos. 2) Hay valores morales objetivos. 3) Por lo tanto, Dios existe. Pero esto no te dice nada: el Dios en cuestión podría ser malo, y su esencia dictaría qué es el mal, y por lo tanto qué es el bien (que se definiría como lo contrario al mal).
A ver, ¿se pueden revertir más argumentos? Acá van tres ejemplos más:
a) El teísta puede decir que “las leyes de la naturaleza son un pre-requisito para que podamos manejarnos en el ambiente y saber las consecuencias de nuestras acciones. Podemos entonces hacer grandes bienes gracias a las leyes de la naturaleza. Sin embargo, las leyes de la naturaleza tienen ‘efectos secundarios’, que hacen mal. Es decir, para que haya bien, tiene que haber leyes de la naturaleza, que tienen efectos secundarios que pueden causar el mal”. Veamos la respuesta del antiteísta: “las leyes de la naturaleza son un pre-requisito para que podamos manejarnos en el ambiente y saber las consecuencias de nuestras acciones. Podemos entonces hacer grandes males gracias a las leyes de la naturaleza. Sin embargo, las leyes de la naturaleza tienen ‘efectos secundarios’, que hacen bien. Es decir, para que haya mal, tienen que haber leyes de la naturaleza, que tiene efectos secundarios que pueden causar el bien”.
b) El teísta puede decir “la vida después de la muerte compensa todo el mal que le ocurrió a la persona durante su vida terrenal; en otras palabras, la vida después de la muerte está llena de alegría”. Veamos la respuesta del antiteísta: “la vida después de la muerte compensa todo el bien que le ocurrió a la persona durante su vida terrenal; en otras palabras, la vida después de la muerte está llena de sufrimiento”.
c) El teísta puede decir “el bien de Dios no es lo mismo que el bien del hombre. Por eso el mal que observamos es en realidad un bien para Dios”. Esto es fácil de revertir: “el mal de Dios no es lo mismo del mal de el hombre. Por eso el bien que observamos es en realidad un mal para Dios”.
Veamos más casos:
d) Se puede ser escéptico de todas las pruebas empíricas del mal, y asegurar que en efecto la creación es pura alegría. Pero lo mismo puede hacerse con las pruebas empíricas del bien, y asegurar que en efecto la creación es puro sufrimiento.
e) Argumento ontológico: “1) Dios es el ser más perfecto concebible. 2) Si Dios sólo existiera en mi mente, habría un ser más perfecto aún: uno que existiera también en la realidad. 3) Ergo, por definición, el ser más perfecto concebible (dios) es real. Y la perfección incluye la perfección moral. Sin embargo, Law aporta un argumento ontológico para el Dios maligno: “1) yo puedo concebir un Dios maligno, del que no se puede concebir ningún ser peor. 2) Si el Dios maligno sólo existiera en mi mente, habría un ser peor aún: uno que existiera también en la realidad. 3) Ergo, por definición, el ser peor concebible (dios maligno) es real”. De todos modos, los argumentos ontológicos son basura filosófica, y no deben ser tomados en serio.
f) Argumento de la simplicidad: “Es más simple un dios bueno que uno malo, por ejemplo: un omni-dios (un dios que es omnipotente, omnisciente, omnipresente, y todos los otros omni-xs) bueno se define como un ser con todas las propiedades positivas, mientras que un omni-dios malo se define como todas las propiedades positivas excepto el estátus moral”. Pero esto no sirve de nada: si yo digo (i) Argentina está exclusivamente habitada por 1.000 gnomos que tienen todos un hada en la cabeza. (ii) Argentina está exclusivamente habitada por 1.000 gnomos que tienen todos un hada en la cabeza,excepto un gnomo que tiene dos hadas en la cabeza. ¿Es legítimo afirmar que (i) es más probable que (ii), por ser más simple? No. Por lo tanto el argumento de la simplicidad falla.
De modo que no hay razón alguna para creer que un omni-dios bueno es más probable que un omni-dios malo. Pero como nadie acepta al omni-dios malo, por sentido común, ¿por qué no descartar también al omni-dios bueno, por sentido común?
M. J. Glaeser