Dedicado a Silvio Sánchez Mújica. Y a Maxi Zeller, quizás, si hace mérito y se deja de pavadas modales.
[advertencia: aquí se usan los términos "fisicalismo" y "materialismo" de forma indistinta. Esto para nada significa que el autor ignore las diferencias entre los significados de los respectivos términos, sino tan sólo que rechaza la necesidad de hacer esa distinción en el ámbito de un texto general o introductorio en el campo de la filosofía de la mente]
El problema "duro" de la conciencia puede ser caracterizado del siguiente modo:
"¿por qué tenemos experiencias mentales? ¿por qué no se conformó la evolución con un accionar mecánico del cerebro, que responda a todas las necesidades del organismo y lo ayude a sobrevivir, y nos dotó también de experiencias mentales?"
Lo que esta pregunta presupone es que existen proposiciones sobre la mente (p. ej.: estoy viendo rojo, estoy pensando en Unicornios, siento melancolía, etc.) lógicamente desconectadas de proposiciones sobre la materia (p. ej. tal neurona o circuito neuronal se está activando, hay mucha actividad en tal región del cerebro, tal o cual evento externo tuvo cierta influencia en el sistema nervioso, etc.). Luego se procede a preguntar por la razón suficiente de los hechos mentales (i. e. los hehos descritos por las proposiciones verdaderas sobre la mente) y a argumentar que no puede residir en la materia.
Este presupuesto, sin embargo, es altamente cuestionable. Para respaldarlo, los antimaterialistas (en su mayoría dualistas de propiedades, aunque también hay panpsiquistas, monistas neutrales y otras especies en extinción) dirigen nuestra atención hacia consideraciones modales. Por ejemplo, el archi-conocido y ultra-reiterado argumento de la concebibilidad de Chalmers, que puede delinearse de la siguiente forma:
Definición 1: Sea M el conjunto de hechos sobre entes materiales (incluido el cerebro y su entorno).
Definición 2: Sea PSI el conjunto de hechos sobre entes psicológicos (incluidos los qualia y las actitudes proposicionales).
Definición 3: Sea el fisicalismo la tesis "PSI⊆M".
Definición 4: X es un mundo posible ↔ X es un conjunto W de proposiciones tal que
(i) ∀{w1, w2}⊆W (¬(w1→¬w2)) &
(ii) ∀p (p∉W→∃w⊆W:(w→¬p)).
Teorema 1: PSI⊆M →∀W(M⊆W→PSI⊆W) [esto es por la siguiente razón: si PSI⊆M,
entonces dado que M→M, tendremos que M→PSI, por lo cual cualquier mundo que tenga a M
de subconjunto, no podrá evitar tener también a PSI (recordemos que los mundos son lógicamente
consistentes, como requiere (i))].
Axioma 1: ¬(M→PSI).
Teorema 2: ¬(M↔PSI) (de Axioma 1).
Teorema 3: ∃W:(M⊆W∧¬(PSI⊆W)) (de Definición 4 & Teorema 2).
Teorema 4: ¬(∀W(M⊆W→PSI⊆W)) (de Teorema 3).
Teorema 5: ¬(PSI⊆M) (de Teorema 4 & Teorema 1).
Teorema 6: El fisicalismo es falso (de Teorema 5 y Def. 3).
Este argumento utiliza sólamente un axioma, por lo tanto cualquier intento de refutación
tendrá que centrarse en el mismo. Por suerte, el axioma, que plantea ¬(M→PSI), no tiene la más
mínima evidencia a su favor. Excepto, por supuesto, que presupongamos algún tipo de dualismo.
Sostener su veracidad simplemente recurriendo a análisis conceptuales es tan ridículo como sostener
que la gravedad no es la curvatura del espaciotiempo porque es concebible un mundo con gravedad
pero sin curvatura espaciotemporal. Sólo es concebible si presuponemos una teoría pre-einsteniana
(por ejemplo newtoniana) de la gravitación (lo cual, si pretende ser un argumento contra la relatividad
general, no es más que una petición de principio).
Una forma interesante de intentar evidenciar el axioma 1 del argumento de la concebibilidad
es recueriendo a otro conocido argumento: el del cuarto de María, introducido por primera vez
en un paper de Franck Jackson titulado "Epiphenomenal Qualia" (si mal no recuerdo).
Este argumento es un "argumento del conocimiento" ('knowledge argument'). Este tipo de argumentos
se caracterizan por poseer la siguiente estructura (esquematizada de forma apresurada y por tanto quizás
sobresimplificada):
"Un sujeto omnisciente sobre los hechos concernientes a A puede ignorar algunos hechos sobre B;
ergo, B no puede ser explicado completamente en términos de A".
Para funcionar, estos argumentos deben presuponer un principio fuerte de clausura epistémica, a saber:
"si K es el conjunto de conocimientos proposicionales de S (un sujeto cognoscente del tipo que nos interese para formular el argumento del conocimiento en cuestión), entonces el conjunto potencia de K está cerrado bajo la implicación". Este principio es obviamente falso en el caso de los humanos, pero esto es irrelevante a la hora de evaluar los argumentos del conocimiento en general (aunque puede ser relevante para un caso particular del argumento del conocimiento). Ahora bien: si reemplazamos "A" por "M" y "B" por "PSI", entonces nos queda el siguiente argumento.
"Un sujeto [cuyo conocimiento obedece la restricción de la clausura epistémica] omnisciente sobre
los hechos concernientes a M puede ignorar algunos hechos sobre PSI;
ergo, PSI no puede ser explicado completamente en términos de M".
El problema, desde luego, es que el esquema inferencial es demasiado poco fiable y altamente dudoso.
Por ejemplo, yo podría imaginarme un sujeto cuyo conocimiento esté cerrado bajo la implicación
que sepa todo sobre la geometría de cierta región del espaciotiempo, pero que carezca del concepto
de gravitación y por tanto ignore cualquier hecho cuya formulación haga de forma inevitable uso del
concepto de gravedad; esto para nada implica que la gravitación no sea la curvatura del espaciotiempo.
De forma análoga, el hecho de que un sujeto con conocimiento proposicional cerrado bajo la implicación
y omnisciente acerca de todo hecho físico ignore ciertos hechos psicológicos, verbigracia "cómo se
siente ver el color rojo" (por ejemplo si el sujeto en cuestión es ciego) no implica que los hechos físicos
carezcan de vínculos lógicos con los hechos psicológicos. En este punto se podrá objetar lo siguiente:
"Si bien alguien que no haya escuchado de la gravedad no sabrá los hechos acerca de las propiedades
gravitatorias de cierta región espaciotemporal, aún siendo omnisciente acerca de sus propiedades
geométricas, sí dispondrá de conocimientos suficientes como para convertirse en omnisciente con
respecto a las propiedades gravitatorias de aquella región apenas se le explique el concepto de gravedad
en términos que él entienda (términos geométricos, por ejemplo). En cambio, incluso si alguien es
omnisciente, digamos, acerca de la física del color y la neurofisiología de la percepción de éste, incluso
al explicarle qué es el rojo no será necesariamente omnisciente acerca de los hechos de la primera persona ("como
se siente percibir el rojo") de éste".
Sin embargo, está más que claro que esta objeción se basa en el presupuesto de que alguien podría
aprehender enteramente el concepto de rojo-fenomenal sin experimentarlo. Y esto no sólo es bastante
dudoso, sino que tenemos muchas razones para pensar lo contrario.
Por tanto, el argumento de Chalmers no puede basar su premisa en el de Jackson, ya que el último es
falaz. En consecuencia el argumento de Chalmers queda sin sustento.
Todas estas confusiones teóricas provienen, según considero, de que muchos filósofos de la mente o
bien ignoran el hecho de que la ciencia además de ser una empresa ontológica (en el sentido de "acerca
del mundo") es también una empresa semántica (en el sentido de "acerca de los significados de nuestros
términos"); o bien hacen como si lo ignoraran, desdeñándolo como una curiosidad de filosofía de la
ciencia que poco y nada tendrá que ver con la problemática a la cual se dedican. Sin embargo, en
cualquiera de los dos casos, se está cometiendo un gran error. La ciencia nos enseño que la temperatura
de un gas, además de estar correlacionada con la energía cinética de sus moléculas, se puede concebir
como la energía cinética de las moléculas en sí. Y también nos enseñó que la gravitación, además de estar
correlacionada con la geometría del espaciotiempo, tiene una relación de identidad con la misma. Y que el
agua no sólo está correlacionada con las moléculas descritas por la fórmula H2O, sino que el agua es
H2O. Y que la luz es un fenómeno esencialmente electromagnético.
En estos y muchos otros casos, se trata de redefiniciones de términos (gravedad, luz, agua, temperatura)
que ya veníamos usando y sobre los cuales sabíamos algo; y no sólo de correcciones y adiciones
al conocimiento sobre su funcionamiento. Entonces, si nos tomamos en serio la idea de una ciencia
de la mente, debemos estar abiertos ante la posibilidad de que ésta involucre redefiniciones de los
términos centrales del campo de estudio. Y esta es precisamente la tesis materialista: que cuando
investigamos el cerebro, sus componentes, su estructura, sus mecanismos y su entorno, estamos a la vez
adquiriendo información sobre la mente, sus leyes y su funcionamiento: estamos coleccionando pistas
acerca de cómo podremos redefinir las condiciones de verdad de los enunciados psicológicos en términos
de entes materiales y sus propiedades.
La investigación, por tanto, procede de la siguiente forma: empezamos con ciertos conocimientos acerca
de la mente (los cuales son estudiados por la psicología). Luego investigamos el sistema nervioso y su
dinámica, cuando empezamos a notar un extraño patrón: ciertos conocimientos que teníamos sobre la
mente admiten un análogo cerebral. Por tanto, formulamos la hipótesis de trabajo según la cual todo
hecho mental es un hecho material relacionado de una forma no trivial con el sistema cerebral.
Luego, con esta hipótesis de trabajo, vemos que algunos postulados que tomábamos como verdaderos
en el campo de la psicología no tienen un correlato obvio a nivel neurofisiológico. Por lo tanto,
al ver que en el pasado la hipótesis de trabajo materialista fue tan exitosa, la aplicamos aquí y concluimos
que ciertos postulados psicológicos eran en realidad falsos. Seguimos investigando y descubrimos la razón
por la cual nos parecían verdaderos anteriormente; esta razón se puede explicar en términos de la actividad
de los sistemas neuronales. Por tanto, modificamos levemente nuestra hipótesis de trabajo, la cual ahora
toma la siguiente forma:
"todas las tesis psicológicas que tomamos como verdaderas son o bien tesis neurofisiológicas o tesis
falsas que podemos explicar por qué daban la impresión de ser verdaderas en términos neurofisiológicos".
Esta es la hipótesis de trabajo materialista y está dando excelentes resultados. Sin embargo, también
es una postura científica y por lo tanto deberíamos esperar que pueda falsarse. Una forma de falsar esta
tesis es que el desarrollo futuro de la investigación acerca de la mente no tome el rumbo delineado en el
párrafo anterior. Esto nos mostraría que el materialismo no sirve para caracterizar correctamente la mente
y su estudio. Aquí es evidente que estamos presuponiendo un pragmatismo científico metafilosófico.
Esta tesis se puede formular de la siguiente manera: "los méritos aléticos [i. e. con respecto a la verdad]
de cierta tesis filosófica se evalúan de acuerdo a cuán armoniosa es ésta con la ciencia, tanto en su método
como en sus resultados. En otras palabras, para evaluar la verdad o no de una postura filosófica, todo lo que
hay que hacer es evaluar cuán bien caracteriza la actividad científica (tanto en sus presupuestos como
en sus descubrimientos)". Así, por ejemplo, los realismos ontológico, semántico y gnoseológico,
quedan validados por el éxito de la ciencia (que los presupone inescapablemente). Del mismo modo, el
eternalismo queda confirmado por el éxito de la Relatividad Especial y la Relatividad General, teorías
que si no lo presuponen al menos lo implican. Y el realismo axiológico queda también corroborado
por el éxito de la actividad científica (que presupone comunicación entre individuos, cooperación teórica
y práctica entre los mismos, así como una búsqueda desinteresada de la verdad, y no hace falta remarcar
que éstos son items esencialmente intrincados con los valores e ideales regulativos). Esta concepción
metafilosófica, por tanto, no deja el asunto de los valores de verdad de los postulados filosóficos librado
al capricho del mero análisis conceptual (en cuyos resultados los filósofos casi nunca se ponen de
acuerdo y que, de hacerlo, establecerían la verdad inmutable de una tesis filosófica), sino que
admite el carácter de perfectible de todo enunciado filosófico y lo enlaza con la evidencia empírica
o bien de la ciencia o bien de su modus operandi. Bajo esta concepción de la actividad filosófica y su
relación con la actividad científica, por tanto, vemos que el materialismo merece nuestra aceptación, pero
siempre con cuidado (del mismo modo que sucede con cualquier tesis que se diga científica).
En conclusión: el materialismo es una hipótesis de trabajo para conocer la mente en términos del cerebro.
No se limita por tanto a una tesis ontológica sino que además tiene implicaciones semánticas inmediatas.
El materialismo no solamente es coherente y queda intacto luego de los argumentos de Chalmers y de
Jackson, sino que es fuertemente sugerido por el rumbo que viene tomando hace rato la investigación
en ciencias de la mente (neurobiología, psicología, ciencias cognitivas, etc.). Es una hipótesis de trabajo
que goza de buenos resultados por el momento y de la ausencia de un claro rival en el campo de la
investigación empírica. Es, sin embargo, una hipótesis que más allá de sus méritos presentes, requerirá
de nuestra atención a la investigación futura para evaluar de forma total su viabilidad filosófico-científica.
Michael Janou Glaeser.